El arquitecto Siegbert Zanettini, un pionero en el uso de estructuras metálicas en Brasil, habla de su importancia en el nuevo escenario de desarrollo del país
Un pionero en el uso del acero en Brasil, el arquitecto Siegbert Zanettini sigue paso a paso, desde la década de 1970, todas las etapas de esta tecnología en el país. Optó por el acero en una época en que no había mercado fabricante ni se dictaba una asignatura sobre este tema en las facultades brasileñas. Afrontando todas las dificultades, se empeñó en la tarea casi imposible de convencer a sectores y segmentos de la cadena de la construcción civil, y conquistar el apoyo de las instituciones que podrían usar este material en el futuro.
Mientras Zanettini emprendía esta batalla casi solitaria por la consolidación de la tecnología del acero, el uso del hormigón como elemento principal en la construcción hacía historia en Brasil. Le Corbusier usó el hormigón como el principal elemento estructural básico. Con el pasar del tiempo, comenzó a ser usado no solo como elemento estructural sino también como elemento de cierre, una característica clave de la etapa de la arquitectura moderna brasileña del hormigón a la vista, que llegó a convertirse en un modismo, especialmente en São Paulo. Sin desanimarse, Zanettini se esforzaba por difundir el conocimiento sobre las estructuras metálicas. «Para mí, era clara la necesidad de difundir lo que ya se hacía en todo el mundo: en los Estados Unidos se usaba el acero desde el siglo XIX y los principales edificios de más de 15 pisos eran todos construidos empleando este material. En Japón, alrededor del 50 % de los edificios tienen estructura de acero, en países como Inglaterra, un 65 % son de estructura metálica», hace notar.
Visionario, desde principios de la década de 1970, conjuntamente con el surgimiento de las primeras plantas siderúrgicas y fábricas de estructuras metálicas y de componentes, empezó a desarrollar proyectos aplicando el concepto de construcción industrializada con estructura de acero. Es de esa época la primera planta construida en acero, fabricada y montada por Pierre Saby, sobre un proyecto de Zanettini. En ella, el arquitecto puso a prueba en la práctica la diferencia entre la construcción con estructura metálica y el sistema convencional. Se montaron la estructura y el cierre metálicos en 45 días, un récord para aquel entonces. Una obra que tardaría al menos un año y medio si se la construyese en hormigón. Fue un paso importante en la historia del acero en Brasil. Luego vinieron otros proyectos: estaciones de servicio, escuelas, bancos y viviendas. Poco a poco Zanettini fue allanando, abriendo nuevos caminos para el uso de estructuras metálicas en la construcción, mostrando que el acero era un material a adoptarse como sistema definitivo y no tan solo para construir galpones temporales, como se pensaba en Brasil.
Grandes Construções se entrevistó con el arquitecto, que dejó su impronta en acero en la historia de la arquitectura brasileña. Graduado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (USP) en 1961, Siegbert Zanettini pertenece a la primera generación de profesores doctores de esa universidad, título que obtuvo en 1972. Galardonado por la Asociación Brasileña de la Construcción en Acero (ABCEM) con el título de Personalidad de la Construcción en Acero por su papel en la difusión del acero en la construcción civil brasileña, este año cumple 50 años de carrera. Inquieto, siempre que le preguntan cuál es su obra más importante, responde: «Probablemente, la próxima.»
Grandes Construções: Brasil tardó en introducir la tecnología de estructuras metálicas en la construcción cotidiana. En su opinión, ¿a qué se debe esta resistencia?
Ziegbert Zanettini: A pesar de que se la usa ampliamente en el mundo desarrollado, de hecho tardó más de 40 años en llegar aquí. Esto siempre me ha molestado, porque es una materia prima abundante en el país, que equivocadamente se exporta. Incluso entonces pensaba que deberíamos producir perfiles, placas, productos de valor agregado para uso interno y para exportación, en vez de exportar el mineral de hierro. El producto final aporta una plusvalía en el uso del material y la mano de obra, debido a la tecnología y el conocimiento necesario. Esto ayuda a elevar el nivel de los trabajadores y su perfeccionamiento, mucho más que otros sistemas estructurales y de construcción. A su vez, el conocimiento de la tecnología limpia requiere una postura profesional diferente en términos de trabajo y experiencia con una capacitación técnica más amplia. Algo como lo que se ha aplicado, por ejemplo, en el proyecto del Centro de Investigación de Petrobras (Cenpes) de Río de Janeiro.
GC: Se trata de una de las principales obras en acero construidas recientemente en Brasil, ¿no?
Zanettini: Una obra en la que trabajaron dos mil ochocientos hombres. Fue necesario capacitar este personal en el uso de una tecnología diferente, en la que toda la producción llegaba prácticamente lista de afuera. Con la excepción de los cimientos, nada se hizo in situ. Todos los subsistemas llegaban listos para el montaje, incluso con detalles de terminación, tales como paneles, tabiques y muebles. Siempre he creído que la calidad de una obra se garantiza mejor cuando se produce en una planta, donde se hace el análisis de rayos X de las soldaduras, por ejemplo, en el caso de las estructuras metálicas. En el obrador, el control de calidad es más variable, ya que depende del nivel de capacitación de la mano de obra y las circunstancias específicas que lo rodean.
GC: En Brasil, en las obras todavía se trabaja en una forma más artesanal, ¿no es verdad?
Zanettini: Hay variaciones en cada tipo de obra, que son más o menos comunes. Pero, desde que el antiguo Banco Nacional de la Vivienda (BNH) adoptó una política de usar mano de obra no calificada en las obras que financiaba, en realidad generó una indigencia constructiva en la construcción civil, que continúa vigente hasta el día de hoy. Todavía se desperdicia más del 25 % de los materiales en las obras y falta calidad en el sentido de la búsqueda de la obra correcta. Por ejemplo: es habitual en la obra convencional la ejecución de capas de mortero de tres, cuatro, cinco centímetros, cuando no deberían tener más de dos centímetros. Pero se hace así para ocultar las imperfecciones o la ejecución defectuosa.
Los residuos no solo colman contendores dispersos por toda la ciudad, sino que también se acumulan en la obra por la baja calidad de la ejecución. En otras palabras, se creó un estándar muy malo para las obras, principalmente en función del camino seguido por el BNH, que dio lugar a construcciones de mala calidad, tanto desde el punto de vista urbanístico como arquitectónico. Por consiguiente, todavía prevalece en Brasil la cultura del desperdicio, de no reaprovechar ni reciclar los materiales. Aquí, en el barrio Vila Olimpia (SP), en el que se encuentra mi estudio, se demolieron manzanas enteras sin ninguna preocupación por el reaprovechamiento de marcos, maderas, tejas y ladrillos que podrían servir a otros. Como profesor universitario y arquitecto, siempre he defendido que tenemos que pasar a una etapa más evolucionada de la construcción.
GC: ¿Se podría decir que la construcción industrial está relacionada con un trabajo más racional?
Zanettini: Empecé a trabajar a finales de la década de 1960 con madera de pino reforestado, que solo ahora se está usando. Fui un pionero en esto. Pensaba que, por ser un profesor universitario, tenía la obligación de invertir tanto como fuera posible en tecnologías nuevas. También porque soy un arquitecto con experiencia en ingeniería y amplia formación en el aspecto tecnológico, cuyos conceptos han marcado una parte importante de mi producción. Para la Eco 92 hice el proyecto Casa Limpia, aplicando todos los principios que caracterizan hoy en día el concepto de sostenibilidad, y que ya incluían la noción de producción limpia, con el obrador como un lugar de montaje de productos industrializados. Por aquel entonces ya abordaba los problemas de la capacitación del personal, la conservación del medioambiente y el reciclaje de los materiales.
GC: Sus primeros proyectos basados en estructuras metálicas, ya en la década de 1960, representaron una gran innovación respecto a la arquitectura que se hacía en el país.
Zanettini: Yo no estaba inventando nada, solo mostraba por qué no usar esa tecnología de acero, justamente en el país que es, quizás, el más rico en mineral de hierro. Vengo, diría, de la prehistoria del acero. Como consecuencia, me enfrenté a todo tipo de tabúes. Por ejemplo, cuando tuve que hacer el proyecto del pabellón deportivo de Telesp, el pliego de especificaciones de la empresa prohibía expresamente el uso del acero. Sin embargo, como querían inaugurar el polideportivo en seis meses, les advertí que si no hacíamos la estructura de acero, no sería posible. De modo que terminé quebrando otro tabú. Este es un ejemplo de la ignorancia general sobre el material, incluso por parte de los profesores de ingeniería y arquitectura. No se dictaban cursos al respecto ni en la Facultad de Ingeniería (Escuela Politécnica) ni en la de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de São Paulo. En ese entonces no había nada sobre el uso del acero.
GC: ¿Cómo se dio la evolución académica del acero en la universidad?
Zanettini: Comencé a dictar el primer curso de estructura metálica en la FAU, como asignatura optativa en la década de 1990 para concienciar a los estudiantes que, a medida que conocieran la tecnología, se interesarían por la materia. En aquella época, formaba parte de tribunales de graduación y recuerdo que solo un estudiante presentó un proyecto de estructura de acero. Diez años más tarde representaban casi la mitad de los proyectos. Eso demuestra la importancia de crear el curso y estimular la reflexión y el ejercicio del diseño con acero, además de formar profesionales que conocieran la tecnología. La fundación de la Asociación Brasileña de la Construcción Metálica (ABCEM), en la década de 1970, fue otro paso importante. Más tarde, con objeto de desarrollar el mercado de la construcción en acero, se creó el Centro Brasileño de Construcción en Acero (CBCA), una organización que actualmente promueve el «IV Concurso CBCA para Estudiantes de Arquitectura 2011», en el cual participo como miembro del jurado.
GC: ¿La industria empezó a desarrollarse en ese momento?
Zanettini: Empezaron a aparecer fábricas, no solo en São Paulo, sino también en Minas Gerais y Rio Grande do Sul. En los últimos 10 años, la industria se fortaleció y aumentó la competitividad con respecto a la calidad y los plazos. Tanto es así que ahora uso el acero en proyectos de hospitales, escuelas, sucursales bancarias, fábricas, centros de investigación, entre otros, algo que antes era imposible. El acero puede ser aprovechado en las más diversas formas, como estructura y componentes de una obra.
GC: ¿El costo sigue siendo un obstáculo competitivo?
Zanettini: Este es otro tabú. Se creía que la estructura de acero se comportaba de la misma forma que la estructura de hormigón. Era común que el cliente pidiera que se comparara el mismo proyecto hecho en hormigón y en acero, para poder analizar los costos. Lo que pasa es que un proyecto de arquitectura en acero tiene que ser diseñado específicamente, ya que, en vez de componer una estructura con un pilar cada 5 m, es posible diseñarla con pilares a 10 m de distancia con las vigas a la misma altura, ahorrando líneas enteras de pilares, incluidos los cimientos. Es decir, no se puede razonar de la misma forma con sistemas diferentes ya que el comportamiento de la estructura es totalmente diferente. La obra no es solo la estructura, cuyo costo promedio es de un 25 a 40 % del costo total, sino un conjunto enorme de componentes, que representa gran parte del costo total. Por lo tanto, en mi opinión, es un error decir que el acero es más caro. Tanto es así, que su uso se ha extendido rápidamente a obras de gran envergadura, tales como galpones industriales, centros de distribución, aeropuertos, estaciones ferroviarias y de metro, polideportivos, estadios, en desmedro de proyectos en hormigón. La mayoría de los estadios hoy en día se hace en acero. En el estadio Maracaná, por ejemplo, no se pudo completar la cobertura en hormigón. El cimbrado de madera que sería necesario está cada vez más escaso en el mercado. La mayoría de los estadios para el Mundial de Fútbol se construirán en acero.
GC: ¿Brasil está preparado para la cantidad ingente de obras que hay que construir?
Zanettini: En los últimos cinco años hubo un desarrollo muy notable en todos los sectores. En Brasil hay empresas como Usiminas, Cosipa, Gerdau y Açominas. Hemos alcanzado un nivel de producción de estructuras metálicas que puede satisfacer la demanda del país. La construcción del Cenpes ha demostrado que es posible ejecutar cualquier tipo de proyecto en acero en Brasil, ya que es una de las obras más grandes con estructura metálica que jamás se ha hecho en el país. Se trata de una construcción compleja, a cargo de la mayor empresa brasileña que aceptó hacer un proyecto de tal magnitud, con tecnología limpia, sin desperdicios ni residuos y, sobre todo, segura. La seguridad laboral fue completa y logramos 11 millones de horas-hombre sin accidentes. Una marca mundial, ciertamente.
GC: ¿Brasil está preparado para abastecer las estructuras metálicas requeridas por las nuevas obras?
Zanettini: Probablemente, la parte metálica se hará en Brasil. Debido a que ya estamos bien avanzados en esto y tenemos capacidad para suministrar el sistema completo. La importación resultaría muy cara. Aquí hay materia prima, mano de obra barata, una serie de condiciones que no hay en otros países. Del acero usado en Japón, por ejemplo, toda la materia prima se importa de Brasil.
GC: ¿Cómo ve la preparación de Brasil para celebrar los grandes eventos del Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos?
Zanettini: Con respecto al Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, hay un panorama político de contrataciones. Los contratos son de interés de grupos nacionales e internacionales. Hay intereses políticos y económicos, un escenario que impidió la participación de los arquitectos brasileños importantes y no estimuló la realización de proyectos con nuestra identidad. Ciertamente entendemos más de nuestros problemas que los profesionales extranjeros. En los estadios se ven cosas absurdas. Cito al menos una: el estadio de Manaos, por ejemplo, tendrá una capacidad para 75 000 personas y requerirá una inversión inicial de unos 750 millones de reales. Imaginen un estadio de este tamaño en un lugar en que el fútbol no es una gran atracción. Esto es lo que está ocurriendo en África y China: estadios monumentales, con un elevadísimo costo de mantenimiento, que no se usan. Tienen serios problemas porque no hay forma de mantener esos estadios. Y aquí estamos de cara a problemas similares, ya que solo en cinco o seis estados hay eventos de envergadura suficiente para mantener este tipo de estadio.
GC: ¿Y el tema de la infraestructura?
Zanettini: Este es otro aspecto que debe ser tratado, porque la mejora de la infraestructura debería ser el legado más importante de estos eventos para la población. No se construye un aeropuerto para tráfico internacional en dos años, la logística de transporte tendrá un peso mucho mayor que los estadios. También está la cuestión de los hoteles y cómo hacer los traslados internos. No tiene sentido distribuir los juegos en 12 ciudades. Un viaje a la Amazonia es tan largo como un viaje a cualquier país vecino. Hay que pensar en los simpatizantes extranjeros, que tienen que trasladarse para seguir a sus equipos. No es un proceso que facilite el flujo de turistas, fue más una decisión política.
GC: ¿Cuál es el legado a dejar?
Zanettini: Al hablar de legado, tenemos que seguir el ejemplo de Barcelona. Allí, mucho antes de considerarse el estadio, se trazó un plan urbanístico pensando en la infraestructura de todos los proyectos y obras que quedarían para la ciudad y la población. En Londres, donde se celebrarán los Juegos Olímpicos de 2012, ya se ha terminado la mayor parte de las obras, especialmente las relacionadas con la movilidad. Allí, se preocuparan con toda la infraestructura, la planificación urbana y cómo la gente circula y usa los espacios públicos. Veo con cierto escepticismo las medidas que se han tomado y se están tomando. Se debería haber hecho un estudio de la situación de los estadios en el país y la forma de aprovecharlos y no demolerlos, como se hizo, en contra de los conceptos de ecoeficiencia y sostenibilidad. Sería conveniente también dar prioridad a las zonas en que realmente hay público, como São Paulo, Río de Janeiro, Porto Alegre, Minas Gerais, que son importantes centros futbolísticos y económicos.
GC: ¿Sería una gran oportunidad para la arquitectura brasileña?
Zanettini: Sí, podría ser una excelente oportunidad para fomentar nuestra arquitectura y presentaría nuevos retos a arquitectos, ingenieros y constructores, en última instancia, un trabajo organizado por Brasil, por brasileños, que daría un salto cualitativo y contemporáneo al sector. Desafortunadamente no es así. Pero, independientemente de estos eventos, ha habido una renovación importante en la ingeniería y la arquitectura brasileñas, especialmente en los últimos cinco años. Período que coincide con la creación de cursos sobre estructuras metálicas en las facultades, en razón, justamente, de promover la arquitectura contemporánea.
El modernismo, de manera general, fue un importante período histórico, que culmina en la década de 1960 y luego empieza a declinar. Porque, como escribió Anatole Kopp, lo que al principio era una causa se convirtió en un estilo y perdió parte de su significado. La arquitectura contemporánea nació en la década de 1970 con el Centro Pompidou de París, y desde entonces estoy comprometido con ella. En esa época empezó a aparecer la arquitectura para el siglo XXI, una simbiosis de ideas y tecnología, con miras a encontrar una forma sostenible de ver el futuro, una manera eficiente y equilibrada, que coincide con la tecnología del acero, de construir con control y sin ningún desperdicio. En este sentido, se puede mencionar otro proyecto reciente, el Centro de Investigación de Schlumberger, un ejemplo de alta tecnología, construido sin desperdicios, no solo en los conceptos, sino también en los costos. Es el uso del material en su totalidad.
GC: ¿El concepto de la sostenibilidad es la principal diferencia entre la arquitectura moderna y la contemporánea?
Zanettini: El movimiento moderno tenía una sola dimensión, así como los movimientos que le siguieron, el postmodernismo y el deconstructivismo, cuya principal base de referencia era la estética. Hacer arquitectura para el arquitecto moderno era hacer lo bello, destacando el gesto. La arquitectura contemporánea es multidimensional y holística. Es una obra que debe ser usada, dar comodidad y bienestar, y satisfacer condiciones climáticas y funcionales. La arquitectura es una obra de arte utilitaria, cuyas principales referencias son el hombre y el medioambiente.
GC: ¿La difusión del acero en Brasil tiende a crecer por la demanda de tecnología y rapidez?
Zanettini: Al usar el acero como un elemento de gran importancia en algunas obras recientes, que pueden ayudar a acelerar el proceso de desarrollo de la persona en su entorno de trabajo, inicié una revolución, según mi forma de ver la arquitectura. Se trata de centros de investigación, hospitales, escuelas y fábricas que muestran cómo el proyecto contribuye a la organización del espacio en consonancia con los tiempos. El usuario no es solo un paciente, como siempre ha sido considerado en todo el proceso edilicio del Brasil, cuya idea principal era y sigue siendo: « el cliente se adapta al producto». Nunca el usuario fue considerado como un elemento clave, la razón de ser de la arquitectura. La mayor parte de las facultades de arquitectura todavía se encuentran en el concepto del movimiento moderno, trabajan bajo sus principios, debido a que todas nacieron de la FAU. Lo sé porque fui profesor de la FAU durante 40 años, y publiqué varios trabajos sobre la enseñanza de la arquitectura. En cualquier facultad de fuera de São Paulo en la que se quiera hablar de acero, no hay condiciones, ni profesores ni laboratorios. El progreso tecnológico solo es posible con la evolución de la enseñanza integrada de la arquitectura y la ingeniería, un logro a conseguir por las facultades de ingeniería y arquitectura.
GC: ¿Cree que alguna empresas de construcción se resisten en alguna forma a este proceso?
Zanettini: Sin ninguna duda. Las empresas prefieren proyectos que respondan a las presiones especulativas del mercado, con el apilamiento de unidades que se repiten hasta el hartazgo. Y el uso de la computadora facilitó la repetición y estandarización de los proyectos. Si lo mejor de la tecnología todavía no ha llegado a los estamentos superiores de decisión, mucho menos al consumidor común. El tema de la vivienda está estrechamente vinculado a los asuntos económicos. No se puede hablar de vivienda sin hablar de financiación de la vivienda por la Caixa Econômica Federal y otras agencias estatales. Y todos son refractarios a la evolución de la construcción. La estructura económica y política no promueve ni favorece el uso de tecnologías nuevas. Todavía hay una fuerte resistencia al acero, debido además a la falsa idea de peligro en caso de incendio.
GC: ¿Algo está cambiando?
Zanettini: Poco a poco las cosas están cambiando. Porque en realidad, la arquitectura no deja de ser una mercancía y, como tal, tiene un gran valor porque trata con el derecho de posesión alimentado por la ideología arraigada de la propiedad de la vivienda. La gente prefiere tener un apartamento más barato, aunque esté mal hecho. Y con las condiciones habituales de estos programas sin urbanismo y arquitectura, además de opciones de financiamiento, este proceso se perpetúa. Cuando una persona logra salir de asentamientos precarios y se muda a una unidad de 48 m2, se incorpora al código de la ciudad, algo que no sucedía en su situación anterior, y esto es determinante.
GC: Sin embargo, el acero ha conquistado su lugar en Brasil, ¿no?
Zanettini: En algunos ámbitos de la cadena constructiva no hay dudas sobre el uso del acero. En el caso de proyectos que requieren una mayor racionalidad, durabilidad y funcionalidad, ya no se plantea el uso de otro material. El centro de investigaciones de Petrobras (Cenpes) ha sido muy visitado como referencia, no solo por el uso del acero, sino también por las nuevas tecnologías y la observancia de los conceptos de sostenibilidad y ecoeficiencia. Es un proyecto que funciona. Todo se calculó e investigó en detalle en laboratorio antes de la ejecución.
GC: ¿Cuál es el futuro de la construcción brasileña?
Zanettini: Creo que debemos pensar en el futuro. Pensar que Brasil tiene excelentes condiciones para desarrollar tecnologías, no solo del acero, sino de cualquier otro sistema. La tecnología del hormigón, a su vez, tuvo un fuerte desarrollo. También hago proyectos en hormigón, cuando se trata de usarlo correctamente. Por ejemplo, en el proyecto de un hospital, con luces pequeñas en su estructura de soporte, el hormigón puede ser la mejor solución. También puede ser una solución compuesta acero-hormigón, como la aplicada en el Cenpes. Todos los bloques de escaleras y ascensores, que son estructuras de compresión dominante, así como las cisternas y tanques de agua, se construyeron en hormigón. Es decir, hay tecnologías nuevas a explorar y formas correctas de usarlas. Rino Levi, por ejemplo, usó hormigón en soluciones térmicas excelentes, con sombrillas para protección del sol, balcones y aleros, que no necesitan aire acondicionado.
GC: Después de cumplir 50 años de carrera, ¿cuál es su mensaje a los nuevos arquitectos?
Zanettini: Mi deseo es dejar un legado importante a las generaciones futuras, con una nueva visión sistémica del mundo, donde los jóvenes profesionales puedan trazar su propio camino e ir aún más lejos. Me tomó 40 años consolidar mi camino, pero los que nos suceden deben demorar menos. Mi objetivo siempre ha sido contribuir en todos los sentidos al desarrollo de una labor de constante evolución para lograr un mundo mejor, más justo, más equilibrado y más hermoso.
Av. Francisco Matarazzo, 404 Cj. 701/703 Água Branca - CEP 05001-000 São Paulo/SP
Telefone (11) 3662-4159
© Sobratema. A reprodução do conteúdo total ou parcial é autorizada, desde que citada a fonte. Política de privacidade