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27 de fevereiro de 2014
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Tragedias anunciadas

Eventos climáticos desafían el gobierno, que necesita estar preparado para futuras ocurrencias y sus impactos sobre las poblaciones. Geólogos denuncian la falta de políticas públicas para el sector

Más de 20 muertes, 61 mil casas atingidas, 52 municipios afectados. Ese es el resultado de las lluvias que han atingido el estado de Espírito Santo durante el mes de diciembre de 2013. Las lluvias han provocado inundaciones que han destruido puentes, carreteras, casas, aniquilando barrios enteros. Han afectado también la producción agropecuaria en la región y han interrumpido las vías de acceso hacia el litoral. La vida en diversas ciudades ahora tendrá de ser reconstruida.

En São Paulo, el pequeño municipio de Itaoca, en el Valle do Ribeira, fue prácticamente devastado por un temporal, registrando un volumen de 23 óbitos, a ejemplo de lo que ya ocurrió en São Luiz do Paraitinga y Cunha, también atingidas y destruidas por fuertes lluvias en años anteriores. En esas dos ciudades, fueron instalados sensores que avisan cuando el río está empezando a subir, alternativa que puede ser adoptada también en Itaoca.

En Angra dos Reis, Región de los lagos, en Rio de Janeiro, la Defensa Civil decretó estado de emergencia en 3 de enero debido a fuertes lluvias que han resultado en varios deslizamientos de tierra, con al menos15 personas heridas y cientos de personas sin hogar, la mayoría alojados provisoriamente en escuelas municipales. Los barrios más atingidos fueron Bracuí, Santa Rita, Frade y Parque Mambucaba. Dos años antes, Baixada Fluminense, también en Rio de Janeiro, enfrento la mayor tragedia climática de la historia de Brasil, con 918 muertos, tras el temporal que castigó siete municipios. En Angra dos Reis, en 2010, una serie de avalanchas de lodo resultó en 30 muertos además de otros 11 óbitos en otros municipios.

En todos dichos casos, queda la amarga constatación de que el País no está suficientemente preparado para prever altos volúmenes pluviométricos ni para reducir los impactos negativos de dichos fenómenos. A cada año, loe eventos se suceden, afectando todas las regiones. Después de la tragedia, recursos son destinados para acciones de emergencia y, en general, paliativas. Pero todavía falta una política preventiva que incluya programas de urbanización, control de la ocupación del suelo y principalmente recursos para monitoreo de las lluvias y de las inundaciones.

El problema es mundial

Fuertes lluvias nunca fueron novedades en un país tropical como Brasil. Sin embargo, a partir de la fuerte urbanización de áreas metropolitanas, ocurrida en los últimos 50 años, y de la densificación poblacional alrededor de sierras, valles y las zonas costeras, el impacto de las lluvias prolongadas solamente está aumentando. El problema se agrava por los cambios climáticos que son verificados en todo el mundo, y que se volvió el villano número 1 de la humanidad en los últimos 20 años.

El Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos (IPPC), entidad de las Naciones Unidas, responsable por producir informaciones científicas climáticas, ha diagnosticado, en 2007, a través del “Reporte Especial sobre Gestión de Riesgos de Eventos Extremos y Desastres para el Avance de la Adaptación Climática (SREX)” el efecto devastador de los cambios climáticos al planeta. El documento subraya que ya es hora de los países se preparen para dichos eventos extremos, que ya son inevitables. El reporte ofrece detalles sobre desastres climáticos en el pasado y las tendencias para todo el globo. Además, presenta la discusión de medidas de gestión de riesgos y acciones ya realizadas que pueden servir de ejemplo.

Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres (UNISDR), 2011 fue marcado por 302 desastres naturales, que han matado 29.782 personas, principalmente en Asia. En el mismo periodo, Brasil registró 900 muertes causadas por inundaciones y deslizamientos de tierra provocados por la lluvia. La estimativa es que los desastres hayan generado US$ 366 mil millones en perjuicios.

Entre las tragedias subrayadas por el SREX, está la inundación de 2005 en Mubai, en India. Una tempestad que duró menos de 24 horas mató más de mil personas y dejó otras 2,7 millones sin hogar. Según el IPCC, Mumbai está en la relación de las ciudades que pueden se volver inhabitables debido a inundaciones, tempestades y aumento del nivel del mar.

En un ejemplo de cómo acciones de adaptación pueden hacer la diferencia, el reporte menciona dos ciclones tropicales, uno de ellos, más blando, que atingió Myanmar en 2008 y mató 138 mil personas y otro, que aunque haya ocurrido en Bangladesh en 2007, provocó la muerte de 3.400 personas.

Aunque los dos países sean extremamente  pobres, las consecuencias del pasaje de los ciclones fueron bien diferentes. Según el IPCC, Bangladesh sigue trabajando desde 1970 con grupos internacionales para prevenirse contra las tempestades. El país tiene sistemas de alera, construyó presas, abrigos y adoptó medidas de conservación de manglares, que ayudan a proteger las ciudades de la invasión de las aguas. Myanmar, por otro lado, que tiene un régimen político más cerrado y que impide el intercambio de informaciones, no tiene cualquier tipo de acción de adaptación.

El reporte alerta para la necesidad de adopción de medidas complejas, como las migraciones en  larga escala y la movilización de comunidades enteras. “Muchas personas deberán abandonar los sitios donde siempre han vivido y con los cuales tienen lazos culturales e históricos”, ha dicho Chris Field, uno de los editores del reporte.

Para el IPCC, hay evidencias de que dichas transformaciones extremas del clima y en el nivel de los océanos son resultado de las actividades humanos, incluso la emisión de gases del efecto invernadero. Sin embargo, todavía no existen datos suficientes para responsabilizar la humanidad por ciertos desastres, como la mayor frecuencia de ciclones tropicales, por ejemplo.

Estudio de áreas críticas

Las ocurrencias de desastres naturales de magnitudes cada vez mayores y la repercusión causada por ellos, han culminado en la creación de un programa específico para tratar de esa temática – el   Programa nº 2040 “Gestión de Riesgos  y Respuesta a Desastres” — y el Plan Nacional de Gestión de Riesgos y Respuesta a Desastres (PNGRD), en elaboración, inseridos en el Plan Plurianual (PPA) 2012-2015.

Una importante iniciativa de la Secretaria Nacional de Defensa Civil en el año de 2012, permitiendo el conocimiento del histórico y perfil de los desastres en Brasil, fui la elaboración del Atlas Brasileño de Desastres Naturales. En su primera versión, el estudio se dedicó al período de 1991 hasta 2010: Volumen Brasil, organizado por el Centro Universitario de Estudios y Pesquisas sobre Desastres (CEPED), de la Universidad Federal de Santa Catarina – UFSC, y publicado en 2011.

Se trata de un estudio inédito de ocurrencias consideradas desastres naturales, que traza un panel de su incidencia en el País, al menos en la última década. La segunda versión, publicada en 2013, trae un balance de las ocurrencias en el País en 2012, y un comparativo con el año de 2011, marcado principalmente por la tragedia de los deslizamientos  en la Región Serrana de Rio de Janeiro.

El trabajo federal en esa área culminó aún con otra iniciativa – el desarrollo del Diagnóstico del Plan Nacional de Gestión de Riesgos y Respuesta a Desastres (PNGRD), organizado por la Fundación Getúlio Vargas (FGV). Por fin, fue creado el Sistema Integrado de Informaciones sobre Desastres (S2ID), medio de divulgación de las informaciones oficiales sobre desastres en Brasil, que posibilita, entre otras funciones, la construcción de un banco de datos confiable sobre desastres en el País.

La consolidación de los datos presentados en el Anuario posibilitó la organización de las informaciones referentes a la distribución de los desastres ocurridos en Brasil y permitió la identificación de aquellos que más afectan cada región. Todo ese trabajo servirá, a lo largo de los años, para la realización de comparaciones entre las diversas ocurrencias de dichos eventos, y puede volverse en una importante base de datos para consulta y adopción de acciones de planeamiento y gestión de riesgos. No se puede decir que sea el suficiente, pero es un inicio en un horizonte en que nada existía en ese sentido.

Principales ocurrencias

En el año de 2012, oficialmente fue  relatada la ocurrencia de 376 desastres naturales en Brasil, los cuales han causado 93 óbitos y han afectado 16.977.614 personas. Cuanto a los municipios, 3.781 fueran afectados, siendo que el 65,06% de ellos debido a la sequía. La región Noreste presentó el mayor porcentaje de municipios atingidos, con el 46,16%.

La Región Sureste, que registró el mayor porcentaje de óbitos (el 75,27% del total nacional), fue asolada por un 35,64% de los eventos de desastres. La región Noreste, por otro lado, que presentó el mayor porcentaje de afectados (el 32,79% del total nacional), fui asolada por solamente el 5,59% de los eventos de desastres.

Tecnología para enfrentar tragedias

Brasil está en búsqueda de tecnología y conocimiento para enfrentar las grandes tragedias climáticas. Una de las primeras iniciativas en ese sentido es el acuerdo con el gobierno japonés, firmado en junio de 2013 en el ámbito del Acuerdo Básico de Cooperación Técnica Brasil-Japón.  Por Brasil, han firmado el acuerdo representantes de los ministerios de las Ciudades, Integración Nacional y Ciencia y Tecnología. Representando el gobierno japonés, firmó el acuerdo la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA).

Después de enfrentar el Tsunami, en 2011, Japón buscó perfeccionar sus sistemas de previsión meteorológica, prevención y alertas, así como la integración de los sistemas de defensa civil. Por su parte, los grandes deslizamientos que han provocado las tragedias en la región serrana de Rio de Janeiro, en 2011, y anteriormente en Blumenau (SC), han motivado el interés por una alianza entre los dos países, para enfrentar problemas que son comunes a ambos.

El acuerdo, que debe vigorar por cuatro años, prevé la transferencia  de know how japonés en el tema, y resultó en la realización de un seminario internacional, el Rio Bosai 2013, realizado en agosto en Rio de Janeiro.

El “Proyecto para el Fortalecimiento de la Estrategia Nacional de Gestión Integrada de Riesgos en Desastres Naturales ya está en efecto desde agosto. Brasil ya empezó a recibir expertos japoneses en especialidades como la política de gestión de desastres; evaluación y estudio de riesgo; previsión y alerta; reglamentación y planeamiento del uso de la tierra; planeamiento y prevención y recuperación; inundaciones y meteorología. El proyecto incluye también capacitación de más de 20 técnicos brasileños en centros de entrenamiento en Japón.

Fueron seleccionados los municipios de Petrópolis (RJ), Nova Friburgo (RJ) y Blumenau (SC) para un proyecto piloto. El objetivo es que dichos municipios sirvan de modelo de mejores prácticas de gestión integral de riesgos en Brasil. A partir de los resultados obtenidos, las prácticas serán replicadas en otras regiones.

 

 

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