Cuarto mercado mundial en construcción sostenible, Brasil cuenta con amplia línea de proveedores de productos y servicios y tecnología de punta, para reducción de los impactos ambientales, uso inteligente de recursos naturales y eficiencia energética.
En todo el mundo, el mercado de construcción verde parece pasar ileso por la crisis que afecta hasta mismo a los países con economías más sólidas. La demanda por edificios sostenibles sigue en alta y crece el interés por productos que también tengan credenciales “eco-friendly”. Dicha tendencia se verifica también aquí en Brasil, donde se experimenta un verdadero “boom” en el área de las construcciones sostenibles. Por todos lados se multiplican las construcciones de edificios comerciales, industriales, corporativos y residenciales, además de arenas deportivas y obras de infraestructura, utilizando tecnologías y métodos constructivos que permiten un uso más inteligente de recursos naturales y eficiencia energética y, al mismo tiempo, la reducción de los impactos ambientales durante la construcción
Según un reporte publicado por la consultoría Navigant Research, el mercado mundial de materiales de construcción ecológicos debe crecer desde los actuales US$ 116 mil millones para más de US$ 254 mil millones en 2020, un aumento de casi un 120%. Y Brasil ocupa posición de destaque en ese escenario. Actualmente el País está entre los cuatro líderes mundiales en construcciones sostenibles, quedando por detrás solamente de los Estados Unidos, China y Emiratos Árabes Unidos.
De acuerdo con estudio realizado por EY (antigua Ernst & Young) por solicitación de Green Building Council (GBC) – organización norteamericana responsable por diseminar prácticas de construcción verde – el valor de las construcciones con proyectos registrados para recibir la certificación de obra sostenible, los llamados edificios “verdes”, logró, en 2012, un 8,3% del total del PIB de edificaciones – subdivisión del PIB de la construcción civil que excluye obras de infraestructura. En 2010, los edificios “verdes” no sobrepasaban el 3% del PIB sectorial. El valor total de los inmuebles que reivindican el sello sostenible llegó a R$ 13,6 mil millones en el año pasado, en comparación con un PIB de edificaciones de R$ 163 mil millones en el mismo periodo.
Pero no basta solamente parecer sostenible. Hay que probar que lo es. Eso explica la creciente búsqueda, de los diferentes tipos de edificaciones, por certificaciones de sostenibilidad, como el sello LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), otorgado por GBC. Solamente en los seis primeros meses de este año, cinco nuevos emprendimientos brasileños han recibido el sello LEED y otros 15 ya entraron con solicitación de certificación. Los números llevan al País a la marca de los 88 emprendimientos certificados, representando un total de 2.089.195,20 m2, y más de 680 pleiteando el sello. Y la expectativa es que hasta fines de 2013 serán 900 emprendimientos candidatos al sello y 120 certificados.
Para Luiz Iamamoto, gerente sénior de AY, la búsqueda por la certificación LEED está presente en cada vez más segmentos, como escuelas, hospitales, estadios de fútbol, edificaciones comerciales e industriales, agencias bancarias y museos. Y hasta fondos inmobiliarios están incluyendo la certificación LEED como exigencia para recibir inversiones.
Ese crecimiento es impulsado por una combinación armónica entre políticas públicas y reglamentaciones oficiales que le dan prioridad a la eficiencia energética y al diseño ecológico, y acciones voluntarias, por parte de la iniciativa privada, empeñada en la expansión de programas de certificación para edificios y en la reducción de costos de los materiales.
El empeño de la iniciativa privada no se explica solamente por el idealismo y consciencia ecológica. Lo que uno observa, por detrás de dichos factores, es un interés visible del mercado consumidor por ese tipo de edificio, mirando hacia las ventajas que los emprendimientos aseguran. Esas ventajas incluyen el ahorro de energía y reducción de costos operacionales y también la valorización del inmueble en la hora de la reventa. La certificación LEED agrega valor y despierta el interés de inversionistas, ampliando la atracción para el mercado inmobiliario corporativo – principalmente por reducir riesgos operacionales. “Cuando los proyectos certificados empezaron por ser comprados, las constructoras consideraban dicho tipo de inversión como costo adicional. Hoy ellas ya entienden que la inversión hecha en corto plazo hasta puede ser más alto, pero es recuperado en la velocidad de venta de las unidades, además de reducir en hasta un 10% los gastos en un condominio, debido a proyectos de eficiencia energética y re-uso del agua,” concluye Luiz Iamamoto.
Además del sello LEED, presente en 143 países, Brasil cuenta también con el sistema Aqua, de origen francesa y adaptado por la Fundación Vanzolini, vinculada a la Universidad de São Paulo (USP). Dicho sistema certificó los primeros siete emprendimientos en 2009 y hoy ese número llega a 107 proyectos.
Para recibir el sello uno debe cumplir con criterios dentro de siete categorías: eficiencia energética; uso racional de agua; materiales y recursos; calidad ambiental interna; espacio sostenible; innovaciones y tecnologías y créditos regionales.
La sostenibilidad entra en el campo
Los grandes eventos deportivos, con sede en Brasil, como Copa de las Confederaciones, Copa 2014 y Juegos Olímpicos y Paraolímpicos de 2016, le dieron impulso a la adopción del concepto greenbuilding, por parte de las constructoras, fuera del universo de la construcción inmobiliaria, ampliando dicho concepto a las obras de infraestructura y de las arenas que abrigarán las competiciones. Según el GBC Brasil, los 12 estadios que abrigarán los juegos del Mundial de 2014, además de las arenas de Palmeiras, en São Paulo, e de Grêmio, en Porto Alegre, están siendo entregados con el sello LEED. El Parque Olímpico en Rio de Janeiro y la revitalización de la zona portuaria, bautizada de Puerto Maravilla, también son ejemplos de proyectos que están siendo construidos con base en los preceptos de la sostenibilidad y que serán certificados.
Especialmente en los estadios de fútbol, fue posible observar la adopción de tecnologías de punta, como el uso de paneles fotovoltaicos en fachadas y cuberturas. En el estadio Mané Garrincha, de Brasília, por ejemplo, construido por el consorcio formado por las empresas Via Engenharia y Andrade Gutierrez, el sistema fotovoltaico debe producir 2,5 MW de energía, lo suficiente para iluminar todo el entorno de la arena deportiva.
Las tecnologías de captación, tratamiento y re-uso del agua de la lluvia son también destaques en el Mané Garrincha, posibilitando una reducción de un 80% en el consumo de agua, comparado a un estadio convencional. El uso de una película auto-limpiante, revestida por óxido de titanio, que capta la contaminación generada por vehículos, también es novedad inserida en la arena, que debe ser la primera en el mundo con recibir la certificación LEED Platinum, la más avanzada en el uso de tecnologías sostenibles.
En la arena Castelão, en Fortaleza, el destaque fue la reutilización de residuos de la demolición de la vieja estructura, lo que permitió que el volumen de detritos encaminados hacia aterros fuera un 75% menor que lo aceptable para una obra de aquellas proporciones. Las estructuras demolidas han servido para hacer gravilla, pedruscos y hormigón.
En arena Pantanal, en Cuiabá, el diferencial de sostenibilidad empieza en el proyecto, premiado por Blomberg - Americas Property Awards y con el VII Prêmio Arquitetura Corporativa. La arena fue diseñada para tener unas cuantas partes desmontadas tras la realización de los juegos, gracias al uso de estructuras que pueden ser dimensionadas según la necesidad y tamaño del público. La preocupación central del proyecto fue alejar el riesgo de, al cumplir solamente con las recomendaciones y restricciones específicas de FIFA, dejar como herencia un equipo súper-dimensionado y sin uso real por la comunidad.
El área del conjunto arquitectónico donde Arena Pantanal está inserida ocupa aproximadamente 300 mil m², espacio que será recalificado para transformarse en una arena de uso múltiple, para instalaciones deportivas, culturales, educativas y de entretenimiento.
Arena Corinthians, cuya construcción está a cargo de Odebrecht, también tendrá paneles fotovoltaicos para generación de energía, sistema de captación del agua de lluvia en las cuberturas, uso de madera de origen forestal certificada, equipos económicos de aire-acondicionado y sistema de iluminación con lámparas LED, que son hasta un 80% más económicas que las fluorescentes y tienen vida útil más larga.
Muchas de las obras de ampliación y modernización de los aeropuertos, también previstas para los eventos deportivos, están siendo ejecutadas según los conceptos de sostenibilidad. Es el caso de los aeropuertos de Galeão, en Rio de Janeiro, y de Confins, en Belo Horizonte, que incluyen la previsión del uso de tecnologías sostenibles como captación del agua de lluvia e iluminación por LED.
La expectativa es que el ahorro generado con las tecnologías sostenibles inspire la adopción de estándares de sostenibilidad en otras obras de infraestructura, como en la ampliación de puertos y carreteras.
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