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23 de junho de 2015
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Una nueva oportunidad para el azufre

El azufre tiene mala reputación desde la Antigüedad, pues se lo ha asociado una y otra vez con el diablo. Según el escritor Hugh Aldersey-Williams, autor del libro Historias Periódicas (editorial Record), este elemento químico se menciona catorce veces en la Biblia. Ninguna de forma positiva. Subproducto de la refinación del petróleo y de la gasolina, así como de las usinas térmicas de carbón, el azufre representa un fardo pesado para el medioambiente. Hace 30 años, el Bureau de Mines, agencia estatal de Estados Unidos especializada en minería, desarrolló un hormigón usando un polímero basado en dicho elemento. La solución sería el comodín para resolver un problema antiguo. Como el diablo está en los detalles, el hormigón con polímetro basado en azufre, a pesar de viable técnicamente, se enfrentaba a varios obstáculos, incluido el alto costo del aditivo diciclopentadieno (DCPD).

Para la norteamericana Sulfcrete, cuanto más restricciones, mejor. La empresa afirma que ha superado los obstáculos, dado que su ruta tecnológica dispensa el uso del DCPD. De esta forma, el mercado estaría preparado para usar –de forma viable– un inmenso montón de residuos de azufre, que llegaría a 21 millones de toneladas métricas. Con la marca registrada Sulfcrete, el material puede aplicarse en varias líneas de producción, desde artefactos de hormigón prefabricado hasta pavimentación de carreteras, pasando por el mercado de la agricultura. Entre sus usos se encuentra también su utilización en plantas de procesamiento de minerales y en otros ambientes agresivos, para los cuales los hormigones convencionales no son una opción adecuada. El avance técnico permite incluso enfrentar la legislación ambiental punitiva. La legislación actual, del gobierno Obama, por ejemplo, se volvió aún más restrictiva y exige que la cantidad de azufre presente en los combustibles refinados pase de 30 partes por mil millones (PPB) para apenas 10 partes.

Con sede en el estado de Nueva York, Sulfcrete puede clasificarse como una empresa emergente, con perfil tecnológico innovador, quien goza de la atención de inversores interesados en nuevas fronteras de desarrollo. En el caso de su producto, la empresa recuperó una tecnología de más de tres décadas y la modificó, dando lugar a un nuevo producto con diferencias como el doble de resistencia del hormigón fabricado con cemento tipo Portland. La lista de características positivas –de acuerdo con el fabricante– incluye también alta resistencia a ambientes salinos y con presencia de ácidos que puedan provocar corrosión. La ultrabaja permeabilidad es otro beneficio, además del tiempo rápido de cura y de la reciclabilidad elevada (hasta 75 % del material que lo compone).

El truco tecnológico de Sulfcrete nació en el Departamento de Ciencias Climáticas y del Medioambiente del Brookhaven National Laboratory (BNL). Al adoptar aditivos orgánicos, alternativos y cuyo costo es una centésima parte del diclopentadieno hasta entonces empleado, el proyecto despegó. Un reportaje del portal Long Island Press (www.longislandpress.com), del año pasado, muestra que Sulfcrete habría recibido 100 000 dólares de incentivo a la investigación y de inversores. Antes de dicho aporte, las compañías pasaron por una evaluación por parte de especialistas y un análisis sobre el estatus de la propiedad intelectual. En el artículo se señala que Sulfcrete es una escisión del BNL. Nota: la empresa ya habría recibido un aporte de 150 000 dólares de la National Science Foundation, comprobando la viabilidad de su tecnología.

 

 

 

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