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20 de setembro de 2015
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Ni una gota más de lo necesario

Las obras de la Línea 4 del Metro de Río de Janeiro reaprovechan cerca de 200 millones de litros de agua

En tiempos de crisis hídrica y en medio a las discusiones sobre el consumo consciente de agua, el consorcio Linha 4 Sul y Construtor Rio Barra, responsables de las obras de la Línea 4 y del Metro de Río de Janeiro (Barra da Tijuca – Ipanema), muestran que es posible preservar este importante recurso inclusive en una obra de semejante complejidad. En la construcción de los 16 kilómetros de extensión de la nueva línea, la preocupación por el medioambiente, en realidad, es constante. El agua utilizada por los equipos de perforación y la que resulta de la excavación de los túneles entre la Barra y Gávea, por ejemplo, se trata y se reutiliza totalmente. Desde 2011, cerca de 200 millones de litros pasaron por las estaciones de este trecho –lo que daría para abastecer 18 300 casas durante un mes.

En este ciclo sustentable, también sirve para el lavado de los camiones, máquinas y neumáticos de vehículos que circulan por las canteras, así como también para humectar las canteras y las calles de los alrededores. El objetivo es reducir el polvo que genera la obra, a fin de minimizar el volumen de partículas en el aire y, en consecuencia, las molestias para la comunidad.

La idea de reaprovechar el agua viene del jumbo, el principal equipo que realiza las perforaciones para poner los explosivos en la roca, que gasta cerca de 10 000 litros de agua por hora. Después de que el equipo la utiliza, el agua pasa por decantadores cada 300 metros, primera etapa de las estaciones de tratamiento, en un ciclo que evita el desperdicio. Solo entonces vuelve a ser reutilizada por el equipo.

En la Zona Sur, dos estaciones de tratamiento de efluentes (ETE) reaprovechan cerca de 130 000 litros de agua por día. En la cantera donde se está construyendo la estación Antero de Quental, en Leblon, el agua de disminución del nivel freático se utiliza para humectar las calles, lo que reduce el polvo y contribuye a la limpieza del entorno de la obra. Para impedir que los camiones dejen las canteras y ensucien las calles con residuos de la obra, los ingenieros crearon el “lavarruedas”, una simple medida para el “cuidado” de la ciudad. El agua utilizada pasa por cuatro cajas decantadoras hasta volver al sistema de tratamiento y recomenzar el ciclo de reaprovechamiento. Hay uno por cada frente de trabajo.

Otra acción consciente en la obra es el reaprovechamiento del reflujo de jet grouting, para la producción de ladrillos y pavimentación del cantero. El jet grouting es una técnica de mejora de suelos realizada directamente  en el interior del terreno sin excavación previa, utilizando para ello dos o más chorros horizontales a gran velocidad (alrededor de 250 m/s), que aplican su elevada energía cinética para la desintegración de la estructura del terreno natural y para mezclar la lechada de cemento con las partículas de suelo desintegrado, dando origen a un material de características mecánicas mejores y de menor permeabilidad que el inicial. “Ya que el agua usada en el proceso de jet grouting no puede reaprovecharse, al menos usamos el producto final del reflujo para algunos trabajos con los cuales gastaríamos otros materiales, lo que genera reaprovechamiento y ahorro de recursos en la obra”, afirma Enrico Pedroso, uno de los ingenieros de la cantera. El reflujo se aprovecha para la producción de ladrillos, con su aplicación en moldes de madera. Por ahora, la producción diaria es de 198 ladrillos. Estos se utilizan en diversos lugares de la cantera, como en la demarcación de las plazas de estacionamiento y la pavimentación del área de convivencia.

 

 

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